jamás yo supe el motivo
de por qué el anciano olivo
fue en mi memoria a enraizar.
Cuando en mi niñez pintaba
troncos de nudos resecos,
no sabía que era el eco
de un sentir que me marcaba.
Al pintar el árbol que amas
lo colmas de frutas rojas,
yo dibujaba, sin hojas,
olivos de secas ramas
En el mundo terrenal
-a buena fe lo ignoramos-
quizás un árbol tengamos
como un signo zodiacal.
Tal vez posea el olivo
un imán imperceptible,
que hace que sea imposible
quedar de otro árbol cautivo.
Si mi ser quedó prendado
del nogal o del castaño,
os juro, que desde antaño
el olivo me ha hechizado.
Y con sentido pesar
y tristeza lo confieso,
jamás me dieron un beso
en medio de un olivar.
Su tierra me podrá dar
el beso definitivo,
si debajo de un olivo
me pudieran enterrar.
Mercedes Gª Canalejas
Mon, December 17, 2018Omnibus